No falta quien piense que la lactancia exclusiva es un egoísmo de la mamá y que es injusto con papá porque él no puede pasar tanto tiempo con su bebé. Por supuesto que no hay nada más lejos de la verdad, porque si hay algo que no es egoísta, es amamantar. ¿Cómo podría serlo? Es dedicarse con todo el amor posible a esa nueva personita que vino a llenarnos la existencia.
Por: Ana María Hanssen
La lactancia es como la maternidad misma: cuando ya parece que lo hemos descifrado todo, nos cambian las reglas del juego y tenemos que empezar a buscar nuevas estrategias para navegar los retos. Esto sucede particularmente cuando el bebé está atravesando un brote de crec...
Hay siempre una primera vez para todo en la maternidad y una de las que no me gustó fue la primera vez que mis bebés sufrieron de resfriado o se enfermaron de gripe. Sentir su diminuta nariz congestionada y verlos querer amamantar, pero soltarse porque no pueden respirar bien, es realmente frustrante.
Yo siempre he creído en la magia pero creo que mi devoción por ella se hizo palpable cuando aprendí sobre las propiedades de la leche materna. Confieso que antes de ser mamá ni pensaba en la lactancia, imaginaba que la leche era un líquido estático que se produce para que el bebé se nutra, pero en mi profunda ignorancia pre-maternidad, jamás me imaginé que fuera un líquido tan absolutamente perfecto.
Recuerdo que en los primeros días de ser mamá, sentía que iba a desfallecer de cansancio sentada en una mecedora dando pecho a mi bebita. Paradójicamente pensaba que no estaba haciendo “nada” cuando en realidad estaba haciendo “todo”. Pero la mente en este mundo que no para nos engaña con pensamientos que nos exigen ser más a pesar de que ya lo somos: acabamos de parir a un bebé y nuestra única responsabilidad y actividad debería ser esa, estar con el bebé para alimentarlo y nutrirlo física y emocionalmente.